jueves, 26 de febrero de 2009

La historia de Sandra (fuente Redune)

Testimonio 2
icono LA HISTORIA DE SANDRA: "YO ESTUVE EN UNA SECTA"

Ha pasado ocho años vinculada a un grupo que le prometía un mundo mejor a cambio de sacrificar su identidad.
Mi historia comenzó durante un curso de meditación. Estaba interesada en mejorar mi capacidad de concentración para mis estudios de Psicología. Por eso me apunté a un curso de siete días donde los miembros del grupo Brahma Kumaris supuestamente me enseñaban a meditar. Cada vez me invitaban a más eventos y reuniones en los que me ofrecían un mundo lleno de paz y felicidad, cercano a Dios. Poco a poco, comencé a notar que mi vida tenía un nuevo sentido, que el grupo me apoyaba y compartía mis valores. Mi vida eran ellos y las actividades altruistas que llevábamos a cabo. Se suponía que éramos los seres espirituales más elevados de la Tierra, que la verdad estaba sólo en Brahma Kumaris y que el Dios verdadero era quien nos decía lo que teníamos que hacer.
La estructura de la organización era totalmente piramidal: había que obedecer casi ciegamente a los líderes porque eso suponía cumplir los deseos de Dios. Al principio todo era hermoso; me creé mi propia burbuja para protegerme del mundo y aislarme de mi entorno personal. Entonces empezaron los conflictos con mi familia, al ver que ya nunca estaba en casa, que no tenía amigos. Me veían cada vez más desmejorada, porque llega un momento en que casi no eres consciente de las necesidades de tu cuerpo. A todos los que intentaban ayudarme les decía que era mi vida y que no estaba metida en una secta. Pero la presión llegó hasta tal punto que abandoné mi casa y me trasladé al centro donde se impartían los cursos, que también era vivienda. Entonces me entregué totalmente a su causa. Fue muy doloroso para los mios, pero en ese momento, desgraciadamente, no piensas en nadie ni en nada: ellos me hacían sentir que eran mi verdadera familia. Los que estábamos en Brahma Kumaris no podíamos mantener ninguna relación afectiva especial, ni por supuesto sexual, sin ninguna persona.
Estuve desde los 21 hasta los 28 años y cada vez estaba más deteriorada psicológica y físicamente y más alejada de mi familia, de mis amigos y de mí misma. Pero aún conservaba parte de esa Sandra alegre y coherente. Esa chispa fue la que me ayudó a huir de ese callejón sin salida.
Dentro de la secta existía la teoría de que el mundo se iba a acabar muy pronto y que había que estar preparados; que la única forma de evitar el sufrimiento era permanecer dentro del grupo. A pesar del temor, tuve varias tentativas de salir de allí, pero siempre mandaban a alguien cercano al grupo para que me convenciera de que regresara. Lo que detonó la bomba dentro de mí fue darme cuenta de que estaban limitando mi capacidad de decisión y raciocinio; que me sentía atrapada por una cuerda invisible que rodeaba mi alma y que me habían robado lo más valioso: la libertad.
Con la ayuda de una amiga, que también estaba dentro y que quería irse del grupo, me mudé del centro de actividades donde vivía a un apartamento durante un fin de semana. Me sentía muy sola, tenía que empezar a reconstruirme desde dentro y recuperar mis ideas, mis valores. Al principio te refugias en la vida rutinaria y procuras no pensar en nada. Más tarde comienzan las crisis de angustia y ansiedad, el miedo excesivo. Afortunadamente, conté con el apoyo de esa amiga que se fue al mismo tiempo que yo y de Pepe Rodríguez, autor del libro “El poder de las sectas”, que me ayudó muchísimo a entender lo que me estaba pasando y con el que además mantuve una larga conversación que me permitió aclarar ciertas dudas.
El tiempo es ahora mi mejor aliado, ya que me está sirviendo para poder ir llenando mi mente de nuevas experiencias e ir olvidando otras. Han pasado ya tres años y ahora sólo sé de ellos por los folletos de los cursos que organizan y que veo en algunas tiendas y herbolarios. Yo aprendí mucho de esta experiencia, aprendí a conocerme a mí misma, a no valorarme a través de los ojos de nadie y a ser más tolerante con la gente diferente.